
Raúl Benítez
Periodista
La figura del Monumento a los Próceres en la plaza Libertad fue testigo del pasado Festival de Poesía de San Salvador. Durante la tarde del martes 28 de mayo, la dinámica de los espacios púbicos se vio alterada por una ruta que llenó el centro histórico de versos y poesía.
Eric Doradea, coordinador de Letras y Cultura de la Secretaría de Cultura de San Salvador, y Eloisa Vaello, directora del Centro Cultural de España, fueron las voces que rompieron el hielo ante más de 50 espectadores, que en unos minutos rodearon la plaza para ver uno de los primeros puntos de la jornada.
Yajaira, una mujer de 70 años quien todos los viernes prepara su vestuario y un listado de canciones, abrió el recorrido al son de la cumbia y el baile. En el centro ya se empezaba a vivir la fiesta poética.
La iglesia del Rosario abrió sus puertas a las 4:00 de la tarde para dar inicio a la pieza de danza “Dolorosa”; que, como su nombre lo dice, retrata la búsqueda de lo real por medio del dolor, la euforia y los miedos.
Un escenario majestuoso cubrió a los bailarines de la Compañía Nacional de Danza y asistentes. Los feligreses se proclamaban extrañados e inconformes porque es la primera vez que El Rosario deja entrar una obra artística. Sin embargo, estuvieron abiertos a ver la obra. Entre los espectadores una mujer de aproximadamente 65 años cruza los brazos y frunce el ceño. Marta Sánchez es su nombre. Según ella están abriéndose a ver ese tipo de eventos para mantener ocupados a los jóvenes, “para mí está bien que hagan estas cosas en el Centro, lo que no me gusta es que lo hagan dentro de un espacio sagrado… pero está bien, por algo debemos de comenzar”.
El recorrido siguió hacia el Café Fulanos pero, antes de ingresar, se hizo una pausa poética a cargo del poeta Gerardo Ramírez, quien recitó poemas de amor en medio de los espectadores que se aglomeraron frente a “El Gran Imperio” una tienda de artículos usados que prestó el sonido a los poetas. Las calles hacia el Café ya daban la bienvenida a los que se sumaban a la caravana de poesía, muchos carteles con versos de poetas invitados y poetas salvadoreños podían leerse en cada esquina.
El cantante Sergio Méndez y la escritora Susana Reyes fueron los protagonistas del encuentro en Café Fulanos. Susana, poeta y actriz salvadoreña, rindió homenaje al histórico Centro con su poema “Los Parques”, que describe su infancia en las calles del viejo Centro Histórico. Más de 30 espectadores rodearon a los artistas, el sonido de la máquina de capuchino competía con la voz de la escritora y los espectadores se fueron sumando, todos tratando del poner atención a los versos y la música.
Cerca de las 5:00 de la tarde, Maktub, un café liderado por jóvenes artistas, se apropió de la Plaza Morazán. Sus integrantes se abrieron para conversar con los asistentes y así dieron inicio al recital poético acompañado de música de saxofón.
Eloisa Vaello, directora del Centro Cultural de España, animó a los transeúntes a trasladarse a Mori’s Rooftop para presenciar desde la calle una lluvia de aviones poéticos que muchos tomaron e hicieron suyos, como Dinora Salazar, una mujer que después de su trabajo se encontró con el evento y tomó uno de los aviones que contenía un poema que para ella era hermoso. “Me gustan que hagan estos eventos, nos ayudan para que nos distraigamos y ayudemos a los jóvenes”, dijo Salazar con una sonrisa de oreja a oreja.
En Mori’s, Abraham Gragera se encargó de poner el ambiente con los poemas de su libro “O futuro”, un texto autobiográfico y con rimas profundas que sirvieron de preámbulo al atardecer del lugar. La atmósfera de tranquilidad, el olor a café y los versos del autor hicieron sentir como en casa a los invitados que no dudaron en seguir con el recorrido hacia la galería La Única, con una intervención artística a cargo de un grupo de actores que compartieron el proyecto Dioniso, una puesta en escena que pretende hablar de los temas de interés para los jóvenes con la intención de reflexionar sobre la forma de entretenimiento de esta generación.
Bajando de la Galería La Única, indicaron el paso al Café Luz Negra, un lugar con un ambiente elegante y acogedor. Javier, mejor conocido como “Nadie” se abrió entre el público para expresar con voz pausada y grave, poemas a los que él llama “poemas rebeldes” por la temática que trata envuelta en los tabúes y estigmas sociales.
Poco a poco se llegaba la noche. El Centro, paradójicamente, cobraba vida, el teatro con sus funciones, las personas saliendo del trabajo, los vendedores ofreciendo sus productos y una atmósfera familiar, todo rodeaba a los visitantes que celebraban la poesía esa tarde.
El café Lero Lero fue propicio para ver el atardecer desde su terraza, acompañado de los versos de Constantino Molina, un poeta español que leía escritos de su libro “Silbando un eco extraño”. El encanto del atardecer permitió un momento ameno entre los poetas y los asistentes donde compartieron detalles de lo vivido hasta el momento.
Por último, La Dalia, un espacio legendario de encuentros en el Centro de San Salvador, acogió a todos los artistas y espectadores que finalizaron el recorrido. Otoniel Guevara, junto a las Musas Desconectadas crearon un espectáculo de calidad que fue un cierre de lujo. Otoniel interpretó poemas de amor y desdicha, mientras que las Musas compartieron un ensamble de versos y canciones de amor y poder femenino.
Todos se sentían en casa, poetas extranjeros y locales comiendo pupusas y disfrutando los versos de la fiesta que tantos meses de planificación y espera habían tenido, ya que se dice que es el Primer Festival de Poesía de San Salvador en su clase y tipo.