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Fiesta San Simón

La fiesta de San Simón

Cientos de devotos llegan cada 28 de octubre para celebrar a este santo popular, también conocido como Maximón, una especie de deidad ancestral considerada como el gran protector que cumple cualquier favor, si se le pide con fe.

Texto y fotografías

Raúl Benítez y Melissa Paises

Desde la calle se escucha la cumbia. Fuerte y estridente. Un pasillo de unos 20 metros, flanqueado por ventas de comida, licor y flores, va preparando al visitante a su destino: el templo de San Simón. Son las 4:00 de la tarde en San Andrés Iztapa, en Chimaltenango, a unos 55 kilómetros de Ciudad de Guatemala, y la gente ya se tambalea, arrullados por la música y relajados por el alcohol.

Cientos de devotos llegan cada 28 de octubre para celebrar a este santo popular, también conocido como Maximón, una especie de deidad ancestral considerada como el gran protector que cumple cualquier favor, si se le pide con fe.

Al entrar al parqueo del templo, construido en 2011, los visitantes son recibidos por puestos de comida y una orquesta en vivo. Una veintena de músicos toca cumbia frente a los visitantes, que se agolpan a bailar. Atrás de ellos, una serie de gradas llevan hasta el templo. En sus puertas una larga fila de visitantes espera su turno para entrar y ver a su santo. En sus manos llevan ofrendas de tabaco, alcohol, flores y dinero. 

Las botellas de venado, quezalteca o gallo se ven por todas partes. En el interior del templo los devotos se hacen limpias, preparan sus ofrendas y esperan su turno para agradar al hombre de bigote y sombrero negro. Las paredes están cubiertas con placas de agradecimiento por favores cumplidos. El humo de cigarro y las velas se unen en una misma danza, elevándose sobre las cabezas de los visitantes. Una capa de plástico lo protege del alcohol y otros líquidos que son lanzados ante la imagen.

María Elena Hernández es una de las mujeres que ha llegado con ofrendas. En sus brazos lleva una cerveza y un ramo de flores que ya había perdido por bailar afuera del templo. Tiene 22 años y esta es la primera fiesta de octubre a la que asiste, pero ha llegado con regularidad, desde la capital guatemalteca, a la ermita para pedir favores. Dice que su vida ha cambiado, que al principio no creía, pero a medida que el santo le ha cumplido, su fe en “el hermano” ha aumentado. La joven asegura que a San Andrés Iztapa no solo llegan guatemaltecos. Cada año se unen al peregrinaje cientos de extranjeros todos a la espera de un milagro. 

El culto a San Simón es el resultado del sincretismo religioso indígena y cristiano, a pesar de que la iglesia católica no reconoce su práctica. Son las 6:00 de la tarde y San Simón sigue sentado en su silla de madera, recibiendo su tabaco y su alcohol. La fiesta apenas empieza y sus creyentes esperan con fe a que el santo de bigote disfrute de estos honores.

Velas y color en San Andrés Iztapa

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